"Es hora de reparar la ofensa". Volver a colocar el monumento a Colón en el lugar del que nunca debió ser removido.
Una larga contienda judicial primero y ahora un dificultoso trámite administrativo, nos ha permitido conocer más detalles sobre la génesis, concreción y consecuencias de uno de los actos más repudiables hechos ocurridos en nuestro país y que hemos calificado como expresión de barbarie cultural.
Parece lejano el momento en que una iluminada señora, llevada por un impulso ideológico y secundada por la obsecuencia y complicidad de otros, dieron nacimiento a la demencial iniciativa mediante un acto administrativo como fue la Resolución N* 296 del 23 de marzo de 2012 y por la cual se protocolizaba el Convenio suscripto por el Secretario General de la Presidencia de la Nación, Oscar I. Parrilli y el Intendente de la Municipalidad del Partido General Pueyrredon, Gustavo Pulti.
Por dicho Convenio se pretendía dar sustento al demencial acto de trasladar el monumento de Cristóbal Colón, ubicado detrás de la Casa Rosada de la Ciudad de Buenos Aires a la Ciudad de Mar del Plata, esgrimiendo como única razón, el pedido de la colectividad italiana marplatense.
La reacción
Apenas comenzados los preparativos, la reacción a ese irracional acto, tanto en sede judicial como en el seno de la colectividad italiana de todo el país, no se hizo esperar.
En razón de esa reacción expresada en todos los medios de comunicación, los impulsores del desatino mutaron su argumento y así fue como dieron nacimiento a un nuevo “relato”; ya no era el pedido de la colectividad italiana marplatense sino la necesidad de restaurarlo de los impactos de la metralla producida en la revolución de 1955, del explosivo colocado contra el Dr. Alfonsin en 1987 y huellas producidas por el paso del tiempo.
Ninguno de esos argumentos tenía sustento en la realidad de los hechos ni en razones técnicas como las que sugieren los especialistas de nuestro país como del resto del mundo, ya que no se tiene conocimiento de monumentos que siendo necesario restaurarlos, tuviesen que ser desmontados, desmembrados y menos aún, trasladados a otro lugar.
Tales argumentos no eran creíbles para la ciudadanía en general pero mucho menos para quiénes concurríamos todos los años los días 12 de octubre a homenajear a quién produjo el hecho científico más importante hasta ese entonces, como lo fue dar certeza sobre la redondez de la tierra y el descubrimiento de un nuevo continente. Así se hizo hasta que en el año 2007 se cerrara la plaza donde el monumento se encontraba emplazado, razón por la cual por un permiso especial se pudo acceder por última vez en el año 2010, ocasión en la que todos los que tuvimos oportunidad de concurrir y estar junto al monumento, fotografiarnos junto al mismo e incluso ingresando a su cripta, tuvimos oportunidad de ver su excelente estado de conservación.
Pero la decisión ya había sido tomada y no había retorno.
Filme revelador
Hasta aquí llegaba nuestro conocimiento, es decir, el agravio por lo realizado alcanzaba a la memoria del Gran Almirante y a la colectividad italiana que tuviera la idea –luego hecha realidad– de homenajear al pueblo argentino en el centenario de la Revolución de Mayo con la donación del monumento con el “cargo” que el mismo sea colocado en la plaza que desde 1896 ya llevaba su nombre.
Pero es el caso que en estos días, vinculando documentos que ya estaban en nuestro poder, hoy con la toma de conocimiento del film hallado en el cofre que se encontraba en la cripta del monumento, nos confirma que el estado italiano también participó en la donación de la monumental obra.
Los documentos en cuestión son el “conocimiento de embarque” de fecha 12 de noviembre de 1920 y del que surge que las cuarenta y un cajas que contenían las últimas piezas para el armado del monumento era a cargo del “Regio Governo Italiano”; la nota de la Embajada de Italia en la Argentina de fecha 17 de enero de 1921 al Ministro de Relaciones Exteriores solicitando –como lo hiciera en los casos anteriores con distintas partes del monumento llegadas a la Argentina– el “libre despacho” de dichas piezas arribadas al puerto de Bs. As.; la nota del Ministro de Hacienda de la Argentina de fecha 28 de enero de 1921 haciendo mérito del pedido de la “Legación de Italia” , concediendo el “libre despacho que se solicita” (Exp. 439-I-921).
Si bien esos documentos nos pusieron en alerta sobre lo que de los mismos se podía deducir, ahora, al haber podido ver el vídeo que reproduce los dos rollos de películas halladas en la cripta del monumento y que toman escenas desde mayo del año 1920 hasta el 15 de junio de 1921, despeja toda duda en cuanto a la real participación del estado italiano en la donación del monumento.
Ello por cuanto al apreciar en esas constancias fílmicas la presencia –entre otros funcionarios del gobierno italiano, que vinieron a supervisar el curso de las obras– la visita del enviado especial, diputado Inocencio Cappa; la de la plana mayor del Acorazado Roma con su comandante Capon y la del Embajador Extraordinario de Italia, Víctor Cobianchi, que trajo el saludo y agradecimiento del rey Víctor Manuel III en oportunidad de la inauguración ante la presencia del Presidente de la Nación, don Hipólito Irigoyen, dan acabadas muestra que el homenaje que se hacía al pueblo argentino con dicha donación, no era sólo de la iniciativa privada de miembros de la colectividad italiana en la Argentino sino que la misma también alcanzaba los reales deseos del gobierno italiano.
Habiendo llegado a esta conclusión, consideramos que resultaría justo y propio de un estado respetuoso de las normas de buena convivencia, tanto con sus conciudadanos como con los demás estados soberanos con los que se tiene cordiales relaciones, que las actuales autoridades hagan lugar a la solicitud que con nuestro patrocinio letrado hicieran consejeros de “comites” y presidentes de quince entidades más representativas de la colectividad italiana –algunas de ellas más que centenarias– ante el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Bs. As. en orden a que aún desmembradas las mas de doscientas cincuenta piezas del monumento sean colocadas en el lugar del que nunca debieran haberse removidas.
Fundamos tal petición, en el entendimiento coincidente con todas las convenciones internacionales sobre protección de monumentos, que el monumento objeto del reclamo –primero, por vía judicial y ahora, administrativamente– se trata de un complejo material, simbólico, histórico, social, cultural y espiritual y por lo mismo inescindible del sitio en el cual fue erigido desde su origen, de lo cual fácil es concluir que el no volverlo a colocar en el lugar donde fue construido a perpetuidad, implica “destruirlo” material y espiritualmente en los términos de las convenciones citadas.
Con tal restitución a la Plaza Colón detrás de la Casa Rosada, no sólo se cumpliría con lo dispuesto en la Ley 5105 del año 1907 por la cual el Estado Nacional aceptó la “donación con cargo” al expresar en su artículo primero, “Autorizase al Poder Ejecutivo para aceptar de los residentes italianos, la donación del monumento a Cristóbal Colón, que se colocará en la Plaza que lleva su nombre” sino que también, se desagraviaría a los herederos de aquellos que en 1906 tuvieron la iniciativa de formar el “comitato” con el fin de reunir fondos para concretar la donación y al mismo estado italiano con los que nos unen lazos que jamás debieron ser mancillados en nombre de una falsa reivindicación histórica con el sólo fin ocultar un arbitrario y caprichoso proceder de la ex presidenta.
Esto último no es el estilo ni el perfil que caracterizó al Estado Argentino a lo largo de toda su historia en su trato con sus conciudadanos ni con los demás estados soberanos de la tierra.
Por eso entendemos y así lo reclamamos, que llegó la hora de borrar agravios y las actuales autoridades tienen la gran oportunidad de hacerlo, volviendo a colocar el monumento –aún desmembrado– en el lugar del que nunca debió ser trasladado, sirviendo ello como testimonio de un acto de barbarie que no deberá repetirse. Los hombres y mujeres de hoy y la posteridad, lo sabrán reconocer.
por Horacio Humberto Savoia*
* Abogado del Círculo Italiano de Bs. As.
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